lunes, 21 de octubre de 2013

Perseverancia.



Dando continuación a este blog, la reflexión de esta semana será, irónicamente, en torno a la perseverancia.


Hay una historia que narra sobre una viuda que frecuentemente le solicitaba a un juez injusto, justicia. Hasta que a fin de cuentas el Juez, simplemente para evitarse la molestia de esa constante insistencia, decidió dar lo suyo a la viuda. Es decir, justicia. Pero entiéndase bien que no fue por una reflexión especial del juez, no fue por misericordia, sino simplemente para que, según interpreto, “dejase el fastidio”. Esta historia evoca en mi memoria momentos en mi experiencia en donde he visto a funcionarios públicos ociosos sacarle o procesarles trámites a personas solamente por la insistencia diaria con la cual se los piden y hasta he visto a gente ayudar a otras por la misma razón. Pero me parece que al contrarío de lo que esta historia a secas pueda evocar en la menoría y sí los casos que recordemos sean apropiadamente comparables al cuento y a la verdad que refiere. La cuestión sencilla de que en la perseverancia de alguna u otra forma encontremos una herramienta poderosa para poder alcanzar lo que se busque, es algo formidablemente curioso. Porque sí es capaz de hacer que un juez injusto sea capaz de impartir justicia (sea ya bien por fastidio), imagínense lo que evocara la perseverancia en personas más virtuosas, precisamente, en personas capaces de sentir misericordia, u otro tipo de sentimiento que impliquen empatía y consecuente solidaridad.
Aquí un Factum, no algo esotérico, ni hippie, ni místico sino un punto de vista sobre la perseverancia, que se me hace muy verídico al desprenderse de que en verdad uno pueda y puede, de muy apropiada manera, apelar a sentimientos en otro, que lo muevan a tu favor ya bien a través de la misericordia o el fastidio. No es acaso esta una razón de peso para tomar en cuenta la perseverancia como algo prácticamente útil que ayuda a realizar sueños. Ahora bien, la cuestión está en que no parecemos dados a perseverar en cualquier cosa. Hasta tal punto que no sería atrevido el decir que la perseverancia es el deseo encarnado, me refiero a la manifestación física de algo que realmente uno necesita y desea ocupar.
De aquí que uno pueda decir sin temor a equivocarse demasiado, que para algunos católicos el orar sea la manifestación misma de la fé. Y que solo en la perseverancia en la oración como sinónimo de tener fé, pueda uno ser agraciado por Dios.
De una u otra forma, la perseverancia, esa inmanencia en el deseo y el tratar de lograrlo también tiene otras ventajas propias distintas a la que aquí expreso. Pero visto lo visto, no tenemos aquí una razón para buscar lo que realmente deseamos?



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