Dando continuación a este blog, la reflexión
de esta semana será, irónicamente, en torno a la perseverancia.
Hay una historia que
narra sobre una viuda que frecuentemente le solicitaba a un juez injusto,
justicia. Hasta que a fin de cuentas el Juez, simplemente para evitarse la
molestia de esa constante insistencia, decidió dar lo suyo a la viuda. Es
decir, justicia. Pero entiéndase bien que no fue por una reflexión especial del
juez, no fue por misericordia, sino simplemente para que, según interpreto,
“dejase el fastidio”. Esta historia evoca en mi memoria momentos en mi
experiencia en donde he visto a funcionarios públicos ociosos sacarle o
procesarles trámites a personas solamente por la insistencia diaria con la cual
se los piden y hasta he visto a gente ayudar a otras por la misma razón. Pero
me parece que al contrarío de lo que esta historia a secas pueda evocar en la
menoría y sí los casos que recordemos sean apropiadamente comparables al cuento
y a la verdad que refiere. La cuestión sencilla de que en la perseverancia de
alguna u otra forma encontremos una herramienta poderosa para poder alcanzar lo
que se busque, es algo formidablemente curioso. Porque sí es capaz de hacer que
un juez injusto sea capaz de impartir justicia (sea ya bien por fastidio),
imagínense lo que evocara la perseverancia en personas más virtuosas,
precisamente, en personas capaces de sentir misericordia, u otro tipo de
sentimiento que impliquen empatía y consecuente solidaridad.
Aquí un Factum, no
algo esotérico, ni hippie, ni místico sino un punto de vista sobre la
perseverancia, que se me hace muy verídico al desprenderse de que en verdad uno
pueda y puede, de muy apropiada manera, apelar a sentimientos en otro, que lo
muevan a tu favor ya bien a través de la misericordia o el fastidio. No es
acaso esta una razón de peso para tomar en cuenta la perseverancia como algo
prácticamente útil que ayuda a realizar sueños. Ahora bien, la cuestión está en
que no parecemos dados a perseverar en cualquier cosa. Hasta tal punto que no
sería atrevido el decir que la perseverancia es el deseo encarnado, me refiero
a la manifestación física de algo que realmente uno necesita y desea ocupar.
De aquí que uno
pueda decir sin temor a equivocarse demasiado, que para algunos católicos el
orar sea la manifestación misma de la fé. Y que solo en la perseverancia en la
oración como sinónimo de tener fé, pueda uno ser agraciado por Dios.
De una u otra forma,
la perseverancia, esa inmanencia en el deseo y el tratar de lograrlo también
tiene otras ventajas propias distintas a la que aquí expreso. Pero visto lo
visto, no tenemos aquí una razón para buscar lo que realmente deseamos?
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